"«Amor verdadero y grandes aventuras», yo creí en eso en cierta ocasión. Pensé que mi vida iba a seguir esos derroteros. Rogaba porque fuera así. Está claro que no lo fue, pero no creo que todavía existan grandes aventuras. Hoy en día no hay nadie que desenvaine la espada y grite: «Hola, me llamo Íñigo Montoya. ¡Tú mataste a mi padre; disponte a morir!»
Y del amor verdadero también os podéis olvidar. Yo ya no sé si hay algo que quiera de verdad."
La princesa prometida.

Espaciales

Como cuando te fuiste y me quedé toda la noche esperando a que volvieras y me cogieras por la espalda; que los centímetros que me separaban de ti me dolían tanto que no era capaz de respirar y la piel escocía tanto que me salieron quemaduras con la forma de tus huellas. Que cuando no estás los pulmones deciden no seguir su ritmo y el corazón da punzadas, y no sabe latir sin ti. Y cómo va a saber vivir sin ti si se queda vacío cada vez que desapareces. 
El armario está medio vacío. 
La mesa medio ordenada. 
La cama medio hecha. 
La ropa medio guardada. 

Y yo a la mitad. Y tú sin mí y yo sin ti. Yo sin ti no sé, no sé vivir. No sé ser. No sé estar. No sé llevar mi vida sin ti. No sé abrir los ojos y que no estés dando vueltas en nuestras órbitas, conmigo. 
Contigo. 
Y todo me recuerda a ti y yo me recuerdo a ti. 

Especial y espacial. Hay personas tan especiales que se vuelven espaciales; y el espacio entre nosotros está lleno de satélites, de cometas que nos sobrevuelan cuando suenan las canciones que hablan sobre que son preciosos nuestros besos. Espacial como cuando nos convertimos en una constelación y especial porque somos la constelación más bonita del universo, literalmente. 

Parecía que eras tú el que cruzaba el cielo.

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