"«Amor verdadero y grandes aventuras», yo creí en eso en cierta ocasión. Pensé que mi vida iba a seguir esos derroteros. Rogaba porque fuera así. Está claro que no lo fue, pero no creo que todavía existan grandes aventuras. Hoy en día no hay nadie que desenvaine la espada y grite: «Hola, me llamo Íñigo Montoya. ¡Tú mataste a mi padre; disponte a morir!»
Y del amor verdadero también os podéis olvidar. Yo ya no sé si hay algo que quiera de verdad."
La princesa prometida.

jueves, 17 de septiembre de 2015

Vanalidades

Yo sólo recuerdo varias cosas. 
La primera: era viernes. 
La segunda: hacía tormenta. 
La tercera: me puse a llorar delante de demasiada gente y de una sola persona. 
La cuarta: ya no estabas. 
Cuando pasan los años, el cerebro decide qué recordar y qué no recordar. No sé en qué se basa, pero es así. Un día me vienen a la mente imágenes que nunca había visto. De otras cosas no puedo hablar porque sencillamente ni siquiera sé qué cosas son. Mi mente las tiene escondidas. 
De todas las cosas que recuerdo de ese día, hay una que tengo presente cada día desde hace demasiados años y es que no estabas. Ni estabas ni estás y, por supuesto, no estarás. 
Por aquí, de momento, todo igual. No hablo de ti, no te nombro, no pregunto, no te comparto.
Hoy no es viernes, ya no ha vuelto a serlo. Al menos no de la misma manera. Al menos no lo ha vuelto a ser en feria. 
Tus zapatos en mi armario. Tu olor en el despacho. Tu cama bien hecha. El sonido del teclado y el olor del arroz. La mitad de las cosas no han vuelto. 
Un día, cuando ya te habías ido, vino tu olor. No sé de dónde ni cómo o por qué. pero fue. fue como fuiste tú y como eres tú. Sigues siendo. Para mí sigues siendo. Menos mal que los colores no se puede olvidar.